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Proyecto de Investigación en Chinchero – Cusco

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Pallay: Sembrar tejiendo[1]

Amaranta Espinoza Arias

Amaranta Espinoza Arias

“Pallay en su dualidad remite a la acción de recoger y recolectar con la mano, cosechar los frutos de la naturaleza y los que el hombre -y la mujer- cultivó.

Pallay es el diseño, el dibujo y las figuras visibles en los textiles multicolores, nos traslada al espacio de vida del hombre -y la mujer-, los animales, las plantas y el universo; dos caminos que se unen en el surco de nuestras vidas.” Profesor Felipe Velazco Paz, Calca

Una de las piezas fundamentales en la transmisión de saberes mediante el tejido, es el ícono, dibujo o pallay, en quechua. Podemos aproximarnos al tejido, en una primera instancia observando a la lliklla; manta, utilizada para cubrir la espalda de las mujeres, portar a las wawas (bebés) o cargar alimentos. Por su forma rectangular la podemos asociar a un trozo de tierra, sobre el cual se tejen por un lado la pampa, es decir, la tierra no cultivada, y por el otro, la chakra; los cultivos. En este sentido, los cultivos, corresponderían a los dibujos insertos en el textil y la pampa a los trozos amplios de tejido de un sólo color plano, en general, tonos sobrios como el rojo, azul o negro. Para denominar en quechua los dibujos tejidos se utiliza el concepto pallay, que al mismo tiempo, significa cosecha o recolección. Es decir, el mismo término para denominar la iconografía textil, significa a la vez una expresión agrícola. Que se puede aplicar también a la técnica del telar de cintura, en el cual para crear los diseños, se “recogen” hilos por pares o por unidad. De este modo, se nomina al tejido en su estrecha relación con la práctica agrícola, no sólo en sus símbolos y distribución espacial, sino que también desde el lenguaje; conceptualmente, dibujar el tejido es lo mismo que cosechar en la tierra.

“Aquí es el coco (íconos romboides), este se llama coco, parece como este pallay que estoy haciendo, igualito es. De la naturaleza, como terreno así.” (Luis Beltrán, 51 años, Sector Pucamarca)

Encontramos también similitudes entre el tejido y la chakra, en los dibujos que comuneros y comuneras realizan sobre la tierra al arar y al preparar la tierra, como también en la división de terrenos que geometrizan el espacio agrícola, creando dibujos inmensos, como tejidos dispuestos uno al lado del otro sobre los cerros y montes.

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En el tejido, cada Pallay, constituye un símbolo iconográfico ancestral, dibujado originariamente hace cientos de años, traspasado de generación en generación, tanto el ícono, es decir, la imagen, como su significado asociado. Así, la creación de símbolos visuales para la representación de la realidad (concreta y mítica) proviene incluso de tiempos precolombinos, lo que se puede observar en los textiles paracas, en la iconografía huari e incluso en los tocapus o tocapos Incas, donde se tejían y repetían íconos de manera modular.

“Por tocapo debe entenderse ‘unas figuras geométricas enmarcados dentro de cuadros que pueden estar aislados o alineados en fajas de sucesión horizontal o vertical’. Los hay rectangulares, cuadrados o romboidales y, al parecer, son figuras indentificatorias del parentesco, linaje u origen.” (Gisbert: p. 12)

En la actualidad el término pallay es frecuentemente utilizado por los comuneros, tanto para referirse a la cosecha de alimentos, como en el ámbito textil, donde cada localidad teje su propia forma de representar el mundo, podríamos decir que prácticamente todos en la comunidad Cuper conocen algún pallay tejido y son capaces de construir alguna interpretación del mundo a partir de él. Convirtiéndose el pallay en una forma de identificación cultural y social, en cuánto que cada pallay simboliza los modos de habitar el mundo aquí y diferenciadamente, allá.

“Yo tengo una manta, de hartos pallay, por ejemplo, hay un pallay que se llama kuty, ese pallay significa, siempre al momento de hacer las chakras, de escarbar, siempre agarra el kuty, como una herramienta de trabajo pues, ese es kuty.” (Lydia Cañaupa, 28 años, sector Pucamarca)

“Ese diseño q’eswa (soga torcida), algunos diseños ellos se identificaban, por ejemplo, el q’eswa, antes no había, no se utilizaba ni fierro, ni clavo, ni alambre. Otro diseño es, con eso no más, amarraban las casas. Eso se identificaban en el tejido. Para la construcción de la casa era eso, el q’eswa.” (Felipe Jaimes, 78 años, sector Cuper Pueblo. Traducción de Braulia Puma)

Como explican Lydia Cañaupa y Felipe Jaimes, en la comunidad Cuper se simbolizan diversas herramientas de trabajo, que se dibujan como puntos en la memoria colectiva. El q’eswa, por ejemplo, material utilizado antiguamente para la construcción de las casas, hoy se transforma en un elemento para recuperar ese tiempo otro, pasado. Así, desde el q’eswa se desprenden una multiplicidad de relatos orales, subjetivos, acerca de ese tiempo anterior. Aquel pallay, significa aparentemente un elemento muy concreto, pero a partir de la oralidad y el diálogo es posible rememorar una serie de acontecimientos y saberes del pasado, vinculados a aquel ícono en particular. De este modo, el pallay conforma una especie de célula vital del tejido, que se enlaza junto a otros pallay, resistiendo al paso de la historia oficial, universal, desde una memoria local.

“A ella le ha gustado aprender más una vez cuando ha aprendido a tejer este (raki raki). El ch’uru (caracola), el que llaman para las asambleas, nosotros llamamos pututu, y algunos dicen estadoq kunkan, o sea la voz del estado para comunicar a la gente. Ese raki raki crecía donde había cataratas, crecía ese raki raki, era una planta. Entonces así diseñaban, dos diseños en una faja para aprender y luego para aplicar en una manta, porque en una manta siempre hay varios diseños, no solamente uno nomás.” (Leonor Puma, 78 años, sector Pucamarca. Traducción de Braulia Puma)

Loraypo es una planta, una planta que crece en las rocas en la altura, y ese loraypo sirve para el sordeo del oído así, y es fresco también. Es una planta medicinal.” (Braulia Puma, 40 años, sector Pucamarca)

textil-cuscoEn Cuper también se representan ciertas plantas especiales o sagradas, dotadas de facultades de sanación desde tiempos ancestrales, como el loraypo, ícono tradicional de los textiles chincherinos, de múltiples simbolismos, ya que se compone de varios pallay pequeños que en su conjunto representan, por un lado, la planta y por el otro, la dualidad del territorio de Chinchero expresado en las lagunas masculina y femenina. Siendo además, un símbolo de protección (Capitulo II, D: Cosmovisión). Las interpretaciones de Leonor y Braulia Puma acerca de los pallay, identifican el ícono tejido como elementos físicos tangibles, es decir, loraypo, el pallay, es una planta, antes que un dibujo tejido. Así como también el ch’uru, el pallay, es la voz del estado, antes que un diseño textil. De este modo, los pallay, se perciben como ideas vivas, re-construidas en cada subjetividad. El pallay, como diseño textil, jamás se concibe desde una cosmovisión occidental (europea), como pretexto ornamental, sino que siempre, refiere a estructuras del pensamiento muchísimo más complejas y profundas, que superan toda apreciación estilística o superficial.

  • [1] Capítulo extraído de la investigación “PALLAY – Transmisión de saberes a través de la práctica textil” en la comunidad Cuper, distrito de Chinchero, Perú, 2016 realizado como proyecto de investigación independiente durante el Estudio Semestral de la Cultura Andina en Apulaya – Center for Andean Culture.

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